Lejos de escudarse en excusas o esquivar el golpe del descenso, Miguel Ángel Ramírez volvió a dar la cara. El presidente de la UD Las Palmas se presentó ante los medios tras su reelección al frente del club, con un discurso de responsabilidad, realismo y propósito: “Volveremos a Primera”, sentenció, no como eslogan, sino como promesa de reconstrucción serena, sin renunciar al compromiso ni a la identidad del club.
Lejos del ruido o de los lamentos, Ramírez quiso ordenar el relato de una temporada que se descompuso tras el mercado invernal, cuando el equipo, que en enero aún soñaba con Europa, terminó sucumbiendo a un cúmulo de lesiones, decisiones discutidas y una dinámica que nadie supo frenar a tiempo. “Podríamos haber actuado antes, sin duda. Pero hay factores que se nos escaparon”, reconoció.
Estabilidad, cantera y humildad
El mensaje de fondo fue claro: la UD no se romperá por un descenso. De hecho, el plan que el club tiene por delante pivota sobre tres conceptos que el presidente repitió durante su comparecencia: continuidad, cantera y compromiso. “Nos quedaremos con los jugadores que quieran estar en Segunda. No vamos a forzar a nadie, pero tampoco vamos a tirar la casa por la ventana”, declaró con firmeza.
Ramírez se mostró partidario de no desmontar la estructura del club ni caer en errores del pasado. Confirmó la continuidad del director deportivo Luis Helguera y dejó entrever que la próxima plantilla combinará experiencia, juventud de la casa y algún refuerzo estratégico. La cantera, como siempre, volverá a ser piedra angular del proyecto: “Los jugadores jóvenes no son productos instantáneos. Necesitan tiempo y confianza”.
Un escudo, un rumbo
En un gesto inusual pero revelador, el presidente no quiso entrar a valorar críticas externas ni abrir debates sobre nombres propios. Tampoco se centró en el próximo entrenador ni hizo promesas infladas sobre el ascenso inmediato. Su prioridad, dijo, es “construir un equipo competitivo, asegurar la permanencia y, desde ahí, mirar hacia arriba”.
Sin dramatismos, pero sin perder la ambición que le caracteriza, Ramírez cerró con una afirmación que resonó entre los asistentes: “No hemos tenido suerte, pero no es solo cuestión de fortuna. Vamos a corregir errores y a hacer un proyecto que ilusione. Nuestra afición se lo merece, y yo me lo creo”.
Así, entre autocrítica y convicción, se dibuja el nuevo horizonte de una UD Las Palmas que se rehace sobre sus cimientos sin perder de vista el norte: regresar al lugar que, por historia y afición, siente suyo.